Hace no demasiado —quizá en 2018— establecí una comparación entre los años transcurridos de este siglo y los correspondientes del pasado, y, admitiendo cuán mal nos pintaba todo, me daba con un canto en los dientes por no haber padecido nada equiparable a la Primera Guerra Mundial y a la gripe de 1918-20, que mató entre 50 y 100 millones de personas. No podíamos imaginar que algo semejante a aquella epidemia se iba a abatir sobre el mundo en 2020. Confiemos en que los fallecidos por coronavirus, con ser ya muchos, no se aproximen a los de cien años atrás, aunque ahora la Tierra esté abarrotada de la gente más atolondrada, egoísta y temeraria de la historia.
Hace no demasiado —quizá en 2018— establecí una comparación entre los años transcurridos de este siglo y los correspondientes del pasado, y, admitiendo cuán mal nos pintaba todo, me daba con un canto en los dientes por no haber padecido nada equiparable a la Primera Guerra Mundial y a la gripe de 1918-20, que mató entre 50 y 100 millones de personas. No podíamos imaginar que algo semejante a aquella epidemia se iba a abatir sobre el mundo en 2020. Confiemos en que los fallecidos por coronavirus, con ser ya muchos, no se aproximen a los de cien años atrás, aunque ahora la Tierra esté abarrotada de la gente más atolondrada, egoísta y temeraria de la historia.Seguir leyendo.Read MoreÚltimas noticias | EL PAÍS