¿Y a mí qué se me ha perdido en Cuenca? Borja Hermoso

¿Y a mí qué se me ha perdido en Cuenca?
La frasecita de marras, antieslogan perfecto para una hipotética campaña turística, se la soltó durante una cena en Madrid el pintor hispano-filipino Fernando Zóbel a su amigo y colega Gustavo Torner, que era entonces y sigue siendo hoy, a sus 95 años…, de Cuenca. Los dos miembros de lo que a la postre sería el grupo El Paso se habían conocido en 1962 en Venecia y aquel encuentro iba a cambiar, sin que lo sospecharan, la historia de una ciudad y la vida de un país, al menos en lo cultural. Zóbel, un artista de familia bien formado en Harvard y que había llegado a España en 1955, buscaba un lugar donde instalar su colección personal de arte abstracto español. Parecía inclinado a hacerlo en Toledo. Pero cuatro años más tarde, en 1966, él y Torner fundaron, con la colaboración de otro pintor, Gerardo Rueda, uno de los museos más deliciosos e improbables del mundo: el Museo de Arte Abstracto Español, gestionado por la Fundación Juan March, incrustado en las Casas Colgadas y asomado literalmente a los precipicios de la hoz del Huécar.

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¿Y a mí qué se me ha perdido en Cuenca?
La frasecita de marras, antieslogan perfecto para una hipotética campaña turística, se la soltó durante una cena en Madrid el pintor hispano-filipino Fernando Zóbel a su amigo y colega Gustavo Torner, que era entonces y sigue siendo hoy, a sus 95 años…, de Cuenca. Los dos miembros de lo que a la postre sería el grupo El Paso se habían conocido en 1962 en Venecia y aquel encuentro iba a cambiar, sin que lo sospecharan, la historia de una ciudad y la vida de un país, al menos en lo cultural. Zóbel, un artista de familia bien formado en Harvard y que había llegado a España en 1955, buscaba un lugar donde instalar su colección personal de arte abstracto español. Parecía inclinado a hacerlo en Toledo. Pero cuatro años más tarde, en 1966, él y Torner fundaron, con la colaboración de otro pintor, Gerardo Rueda, uno de los museos más deliciosos e improbables del mundo: el Museo de Arte Abstracto Español, gestionado por la Fundación Juan March, incrustado en las Casas Colgadas y asomado literalmente a los precipicios de la hoz del Huécar.Seguir leyendo.

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